
Debo avisar que el profesor Quintás es uno de los tres profesores de los que guardo un grato recuerdo de mis tiempos de facultad, tiempos en los que ocupaba un alto cargo en Caixa Galicia, a pesar de lo cual no perdió más de un par de clases, de las que nos avisó con tiempo pidiendo disculpas y enviando a un sustituto. Una actitud profesional que, lamentablemente, no abundaba, y me temo que sigue sin ser habitual en nuestras universidades.
Como profesor de Sistemas Financieros, Quintás sabía hacer unas exposiciones muy interesantes en las que combinaba sus conocimientos y experiencia, con una variada gama de ejemplos de todos los ámbitos. Siempre me sorprendió como podía poner un ejemplo basado en los denarios romanos, otro sobre guitarras eléctricas, al mismo tiempo que relacionaba las lecciones que impartía con temas de actualidad, como lo eran en aquel momento la intervención de Banesto o los ataques especulativos de Soros contra el Sistema Monetario Europeo.
Como conferenciante, Quintás sigue haciendo unas exposiciones muy interesantes, mejor cuanto más alejado está el tema de lo concreto, ahí donde el cargo y el lugar interfieren.
En síntesis, el profesor Quintás nos presentó la crisis actual como una de las que se dan una vez por siglo, consecuencia del fracaso de la versión del capitalismo más alérgica a la intervención pública en el sistema de mercado. Una crisis que no es extraña en un sistema inherentemente inestable, lejos del equilibrio automático que de forma mágica muchos atribuían al mercado.
Habrá que revisitar por tanto a Keynes, y buscar nuevos equilibrios entre la regulación y la libertad de mercado, un camino en el que habrá que confiar en que la sensatez alcance al público y a los políticos, evitando pánicos que den lugar a medidas unilaterales o populistas de consecuencias imprevisibles. Un camino que, en el caso español, parece que nos va a llevar varios años, con un 2010 que puede hacer bueno el 2009.
Respecto de los temas más concretos abordados, sobre el sistema financiero español, como no podía ser de otra forma, el Presidente de la CECA hizo una buena defensa de la posición de conjunto de las Cajas españolas, en términos relativos respecto de los bancos españoles o de las entidades financieras de otros países.
Si las Cajas tienen una exposición más elevada en crédito promotor en España (sólo un 23% más dixit), que el conjunto de los bancos españoles; los grandes bancos, Santander y BBVA, tienen una alta exposición a Sudamérica, área que les ha reportado grandes beneficios hasta ahora, pero que también presenta grandes riesgos por la evolución económica, a la que se unirá el riesgo-país, y el de tipo de cambio.
Aprovechar el tiempo para facilitar la capitalización de las entidades españolas antes de que la Unión Europea cierre la barra libre que abrió para evitar la quiebra masiva de las entidades afectadas por los activos tóxicos, y evitar que intereses políticos o regionales impidan operaciones de reestructuración del sector (las fusiones de las que cada vez más se habla) lógicas desde el punto de vista económico, son algunas de las cuestiones que se abordaron.
Para el observador externo, quizás la asignatura pendiente sea la organización de un sector donde tenemos una parte de las Cajas mediatizadas por aparatos políticos (véase el reciente vodevil de Caja Madrid), y otra parte dirigida por profesionales con una acreditada profesionalidad y sobrada experiencia, pero que no queda claro ante quien responden. Y aunque los últimos acontecimientos han demostrado que la disciplina del mercado no ha sido garantía de control de la eficiencia, la confianza ciega no parece tampoco tranquilizadora.