martes, 8 de abril de 2014

Una modesta propuesta fiscal

Una diferencia fundamental entre España y Alemania, de acuerdo con los datos de Eurostat recogidos en el informe "La empresa mediana española", es que el número de empleados por empresa es en nuestro país de 4,9 frente a los 11,8 de Alemania. http://circulodeempresarios.org/sites/default/files/publicaciones/2013/10/empresa_mediana_espanola-web.pdf

Por otra parte las microempresas de menos de 10 empleados son en España el 93,8% del total frente al 83,2% alemán. Pero es en las empresas medianas, el Mittelstand, donde se encuentran los famosos hidden champions, o líderes en la sombra que marcan la diferencia en la competitividad internacional de la economía germana.

Con una tasa de paro superior al 25%, muy por encima de la del resto de países de la Unión Europea, con la excepción de Grecia, parece que la creación y mantenimiento del empleo debería ser una prioridad absoluta de la política económica y fiscal del gobierno.

Sin embargo, en la práctica, llama la atención el hecho de que, para un mismo beneficio en euros, ceteris paribus, tribute lo mismo en el Impuesto de Sociedades una empresa con 100 empleados, que otra con un empleado.

Y no encuentro entre las reformas propuestas en el Informe de la Comisión de Expertos para la Reforma del Sistema Tributario Español, ninguna dirigida específicamente a dicho objetivo.

Es cierto que tenemos un régimen de empresas de reducida dimensión, con menores tipos impositivos, pero el criterio que se utiliza para clasificar a una empresa dentro de dicho régimen es la cifra de facturación. Criterio un tanto absurdo, si tenemos en cuenta las diferencias en volumen de facturación que suele haber entre empresas de distintos sectores, para un mismo valor añadido o nivel de empleo.

Además, el sistema de cotizaciones a la Seguridad Social es esencialmente un impuesto, toda vez que se utiliza lo recaudado para el pago de las prestaciones actuales, sin que exista capitalización.  Mientras que, al mismo tiempo, la principal fuente de ingresos fiscales del Estado es el IRPF, fundamentalmente por la imposición de los salarios.

Todo ello me lleva a considerar la procedencia de establecer una deducción adicional en el Impuesto de Sociedades por las cotizaciones sociales. Podría establecerse que éstas se dedujesen aplicando un múltiplo, por ejemplo el doble, de forma que aquellas empresas que coticen más a la Seguridad Social paguen un menor impuesto de sociedades.

Algunas de las ventajas de este sistema, además de la expuesta, serian:

·   Sencillez en la aplicación, ya que basta con introducir el múltiplo en el programa de cálculo del impuesto; y en la gestión, ya que la comprobación es sencilla por cruce de datos con la Seguridad Social.

·   Eliminaría la necesidad del establecimiento de incentivos parciales, como las famosas tarifas planas, colectivos determinados,... que complican la gestión de la contratación y cuyo coste de gestión es muy superior.

·    Progresividad, en la medida que, al tener un tope la base de cotización, no se consideran los salarios "galácticos".

·  Apoyo directo a aquellos sectores intensivos en empleo, especialmente aquellos donde las cotizaciones son importantes, como por ejemplo los servicios tecnológicos.

·     Impulso a la contratación frente a la subcontratación, eliminando falsos autónomos.


Y por último, pero no por ello menos importante, incentivaría el crecimiento de las empresas de forma que aquellas que pasan de pequeñas a medianas o incluso grandes, no sean castigadas fiscalmente por ello, cuando creen empleo.

miércoles, 18 de julio de 2012

Freedom's Forge: How American Business Produced Victory in World War II, de Arthur Herman


En 1939 una mujer que se había instalado 8 años antes en una ciudad industrial de los Estados Unidos llamó a los bomberos alarmada por el humo que salía detrás de los edificios que veía enfrente a su ventana.

Desde los bomberos le respondieron amablemente: "No se preocupe señora, no es ningún incendio, son los hornos que han arrancado de nuevo".

Desde 1929 la producción norteamericana de acero había caído un 50%, la Gran Depresión había alcanzado su cenit a mediados de los años treinta, pero todavía había una alta tasa de paro y el gobierno de Franklin D. Roosevelt se encontraba con el dilema entre aumentar el gasto público para mantener la actividad a costa de aumentar la deuda pública, o reducir gasto a costa de prolongar la recesión. Dilema familiar donde los haya.

En 1938 muchos en la Alemania nazi y el Japón imperial menospreciaban a los Estados Unidos, un país sumido en la depresión y cuyo ejército no era ni de lejos el de la superpotencia a la que estamos acostumbrados. Ante el comienzo de la guerra en Europa el General Marshall (el del Plan Marshall), el presidente Roosevelt y el secretario del Tesoro se reunieron. El secretario del Tesoro quería recortar en 6 millones de dólares el presupuesto del ejército para contener el déficit público. Marshall replicó que si una división acorazada alemana conseguía desembarcar en Estado Unidos podría moverse libremente porque no tenían nada que oponer. Si no duplicaban el presupuesto militar, "no sabía que iba a ser del país".

Tras la derrota francesa y la retirada de Dunkerque, el ejército británico había dejado en sus playas la mayor parte de su equipo pesado. La guerra submarina consumía recursos navales a velocidad inaudita. Churchill comunicó a Roosevelt que, en caso de que el Reino Unido se viese obligado a pactar un armisticio con Alemania en una situación como la de Francia, no podía asegurar lo que el gobierno resultante dispusiese respecto a la flota británica.

La perspectiva de un Océano Atlántico controlado por Alemania disipó las dudas de Roosevelt, que buscó a personas clave en la industria norteamericana para conseguir la transformación de ésta en una maquinaria de guerra.

El más señalado de estas personas era Bill Knudsen, un inmigrante danés que había llegado desde abajo a jefe de producción en Ford y General Motors, y era ahora el Director General de esta última. Hoy parece increíble, pero Roosevelt llamó a Knudsen y le pidió que dejase la dirección de GM y que se viniese a Washington para colaborar en la organización de la producción industrial sin sueldo. Y Knudsen se presentó ante el presidente de GM, Alfred Sloan, para despedirse. Cuando éste, crítico con la administración demócrata y el New Deal le preguntó por qué, la respuesta fue algo así como "para devolver a este país parte de lo que me ha dado".

En lugar de una planificación centralizada, Knudsen defendió un sistema basado en la asignación de financiación a la industria para su reconversión. Las empresas recibían fondos a fondo perdido para el desarrollo de prototipos que competían por la aprobación de los militares basándose en su eficacia militar, tiempo de producción y coste. Los modelos seleccionados recibían préstamos para su puesta en fabricación y el precio se fijaba de acuerdo al coste más un margen de beneficio.

Las ventas a los aliados, principalmente Reino Unido y la Unión Soviética, y la producción propia generaron una demanda que absorbió rápidamente la capacidad industrial infrautilizada por la Depresión, y que requirió rápidamente nuevas plantas y la incorporación de todos los recursos humanos disponibles, mujeres incluidas. Esto último llevó a un importante aumento de los salarios reales.

La necesidad bélica impulsó el desarrollo tecnológico y la aplicación en nuevos sectores de las técnicas de producción en cadena implantadas en la industria automovilística.

Al finalizar la guerra existía una gran preocupación por la necesidad de reconvertir de nuevo a la producción civil la maquinaria de guerra y la vuelta de los soldados a casa buscando empleo. ¿Volvería la Depresión?

Sin embargo, la demanda doméstica acumulada originada por el aumento de los salarios reales destinados al ahorro durante la guerra, más la demanda exterior de los países en reconstrucción, más la aplicación al campo civil de las nuevas tecnologías desarrolladas durante la guerra, dieron lugar a una de las épocas de prosperidad más largas de los últimos cien años.

Tal vez hoy estemos como los Estados Unidos en 1935. Sólo espero que no sea necesaria una guerra para utilizar el ingenio y la capacidad industrial disponible en avances tecnológicos sostenibles, cuya demanda atraiga a los capitales improductivos.

Sólo en energía, la mejora de la eficiencia de vehículos y edificios que compense la renovación masiva generaría una demanda mundial suficiente para volver a arrancar la economía mundial.





lunes, 21 de mayo de 2012

"No tengo enemigos, no conozco el odio", de Liu Xiaobo

"Amor mío, por mucho tiempo que dure la prisión de los tiranos, un día la revuelta traerá la libertad. El tiempo para ser tu prisionero, por el contrario, es escaso, y es un tiempo que estoy dispuesto a cumplir." 

Liu Xiaobo dedicaba a su mujer el poema, del que sale la frase la anterior, desde su reclusión en un centro de "reeducación por el trabajo" en Dalian, en enero de 1997.

En esa fecha yo retornaba a China después de haber estado unos meses como becario de la Cámara de Comercio, para trabajar otra temporada en la Oficina Comercial de España.

Con 25 años que tenía entonces, debo reconocer que, aun siendo consciente de la situación política de China, estaba en otras cosas y no tenía ni idea de quien era Liu Xiaobo.

Viví unos meses en un apartamento en Jianguomenwai, no muy lejos de la plaza de Tiananmen, que había sido alcanzado por los disparos del ejército en la represión del 4 de junio de 1989. Liu Xiaobo era entonces un profesor de la universidad, que hacía huelga de hambre reclamando la reforma democrática del gobierno chino.

Desde el 89 el crecimiento económico chino ha permitido comprar el apoyo de buena parte de la población al gobierno del partido comunista, y creado en la opinión pública mundial una imagen de superpotencia creciente.

"No tengo enemigos, no conozco el odio" es una selección de escritos de Liu Xiaobo, que abordan variados aspectos de la China post-Tiananmen, tanto de la política, como de la economía y sobre todo de la sociedad. El título de la edición española está sacado de su alegato en el juicio por incitación a la subversión, que le supuso su condena a diez años de cárcel en el 2009. Liu recibió el Premio Nobel de la Paz en el 2010.

Pensaba ya en el 97 que la situación política del gobierno "comunista" chino era similar a la del franquismo en los 60 y 70; mientras que hubiese crecimiento económico después de una época de fuertes privaciones, habría una mayoría social acomodaticia con el régimen.

Liu hace una interesante relación con la situación de los regímenes comunistas de la Europa del Este, a partir de las reflexiones de Vaclav Havel. En su última etapa, la retórica oficial no era creída por los propios aparatos del régimen, que sin la represión de la época estalinista, mantenían meras fachadas, que se desmoronaron repentinamente para asombro de todos.

El "comunismo" en China es ya también sólo una especie de atrezzo en el que ni siquiera el aparato cree. El defenestrado Bo Xilai, adalid del ala supuestamente izquierdista del PCCh, reintroducía elementos folklóricos de la parafernalia maoísta, como las canciones revolucionarias, mientras que con su señora hacía negocios más que dudosos desviando beneficios al extranjero, y enviaba a su hijo a estudiar a Harvard.

Decía Mao que todos los reaccionarios eran tigres de papel, pero hoy creo que China es el gran tigre de papel, con gravísimos problemas internos imposibles de resolver sin profundos cambios políticos, que no serán fáciles de gestionar.

Liu es también consciente de que el modelo occidental, o capitalista, si se quiere, no es tampoco la panacea, ni la solución de los problemas de la humanidad, sino sólo un paso en el camino.

miércoles, 18 de abril de 2012

Manual del perfecto idiota latinoamericano

"Será, además, un verdadero nacionalista. Dirá defender la soberanía nacional contra las conjuras del capital extranjero, de esa gran banca internacional que nos endeuda para luego estrangularnos, dejándonos sin inversión social.

Por tal motivo, en vez de entregarle nuestras riquezas naturales a las multinacionales, él reclama el derecho soberano del país de administrar sus propios recursos.

¿Privatizar empresas del Estado? Jamás, gritará nuestro perfecto idiota vibrante de cólera. No se le puede entregar a un puñado de capitalistas privados lo que es patrimonio de todo el pueblo, de la nación entera. Eso jamás, repetirá con la cara más roja que la cresta de un pavo. Y su auditorio entusiasmado dirá también jamás, y todos volverán algo ebrios, excitados y contentos a casa, sin preguntarse cuántas veces han oído lo mismo sin que cambie para nada su condición. En este cuento el único que prospera es el idiota.

[…]

Naturalmente nuestro hombre no está solo. En su partido (de alto contenido social), en el congreso y en el gobierno, lo acompañan o disputan con él cuotas de poder otros políticos del mismo corte y con una trayectoria parecida a la suya. Y ya que ellos también se acercan a la administración pública como abejas a un plato de miel, poniendo allí sus fichas políticas, muy pronto las entidades oficiales empezarán a padecer de obesidad burocrática, de ineficiencia y laberíntica «tramitología». Dentro de las empresas públicas surgirán voraces burocracias sindicales. Nuestro perfecto idiota, que nunca deja de cazar votos, suele adular a estos sindicalistas concediéndoles cuanto piden a través de ruinosas convenciones colectivas. Es otra expresión de su conciencia social. Finalmente aquélla no es plata suya, sino plata del Estado, y la plata del Estado es de todos; es decir, de nadie.

Con esta clase de manejos, no es de extrañar que las empresas públicas se vuelvan deficitarias y que para pagar sus costosos gastos de funcionamiento se haga necesario aumentar tarifas e impuestos. Es la factura que el idiota hace pagar por sus desvelos sociales. El incremento del gasto público, propio de su Estado benefactor, acarrea con frecuencia un severo déficit fiscal.

Y si a algún desventurado se le ocurre pedir que se liquide un monopolio tan costoso y se privatice la empresa de energía eléctrica, los teléfonos, los puertos o los fondos de pensiones, nuestro amigo reaccionará como picado por un alacrán. Será un aliado de la burocracia sindical para denunciar semejante propuesta como una vía hacia el capitalismo salvaje, una maniobra de los neoliberales para desconocer la noble función social del servicio público. De esta manera tomará el partido de un sindicato contra la inmensa, silenciosa y desamparada mayoría de los usuarios.

Del "Manual del perfecto idiota latinoamericano", de de Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner y Álvaro Vargas Llosa. Desde su publicación en 1996 hay que reseñar los avances en el papel de la mujer en América Latina, igualando las cotas masculinas en numerosos ámbitos.
 
Dedicado con cariño al pueblo argentino, al que humildemente propongo cambie de inmediato el nombre a su moneda nacional por el "Kirchner". Así dentro de unos años podrán volver a un nuevo peso sin más problema.

miércoles, 25 de enero de 2012

Sube el precio de la apuesta

Hace un par de meses una banca privada le envió a un cliente, inversor conservador donde los haya, una bonita propuesta de inversión en forma de lo que se denomina "estructura".

Resumiendo había que poner un mínimo de 50.000 euros y si alguno de estos tres índices bursátiles, DAX alemán, CAC francés o IBEX español no caía más de un 50% en los próximos cinco años, podías llevarte un 11% anual. Cada año si la cosa iba bien y resulta que la bolsa subía, podían cancelar el producto devolviendo el capital más el cupón anual. Si la cosa iba mal, pero no demasiado (menos del 50%) pagaban el cupón. Si la cosa iba muy mal no pagaban el cupón. El "inversor" no podía salirse en los cinco años. Al cabo de los cinco años si la cosa seguía mal (alguno de los tres índices por debajo del 50% sobre fecha partida), el inversor perdía el % correspondiente sobre el capital.

Visto desde la otra parte, el producto no es más que un seguro, en el que el emisor paga una prima (el cupón) para cubrir un riesgo (un crac en las bolsas). Un seguro eso sí, a medida del que lo diseña, ya que si el riesgo disminuye mucho (las bolsas suben) lo puede cancelar antes de los cinco años.

La semana pasada me enviaron otro, éste a un año con ventanas trimestrales, sobre la cotización de un gran banco español. El precio que está dispuesto a pagar el emisor para cubrirse de un riesgo de catacroc sube, ahora llega al 17%.

Habría que preparar un indicador del número de ofertas de estructurados de este tipo, y estudiar su correlación con la evolución futura de las bolsas, porque los antecedentes son preocupantes....

jueves, 17 de noviembre de 2011

¡Qué despropósito! Esto empieza a no tener ningún sentido

No me puedo resistir a copiar un trozo del post de situación intradía de hoy del Análisis de Cárpatos y su equipo en Serenity Markets (las negritas son mías):

"Tras los acontecimientos del día, un profesional del sector bancario que mantendremos en su anonimato nos comentaba esto, y tiene más razón que un santo:   

Que despropósito. Esto empieza a no tener ningún sentido.

Entre políticos, reguladores y el miedo (que es gratis) nos cargamos este chiringuito en el que se ha convertido el euro. Sin olvidarnos de la aportación estelar de las agencias de calificación.

No puede tener sentido que un país del euro pague el 7% a 10 años y los bancos que compran esa deuda la descuenten, en BCE al 1%. Es decir están refinanciando su inversión un 6% más barato. Si eso no es una transferencia de recursos de una economía a otra, que me expliquen que es. Los españoles pagamos un 7% por nuestra deuda (recordar que los intereses se pagan entre todos con nuestros impuestos) y los bancos europeos se refinancian al 1%. Es decir, mis impuestos acaban en la cuenta de resultados de los bancos europeos. Brillante. Eso si, por favor, tengamos cuidado con el déficit.

¿Qué sentido tiene que haya barra libre de liquidez para los bancos pero no para los Estados del Euro?

Luego llegan las agencias y dicen que los bancos tienen mucho riesgo por su exposición a la deuda soberana. Solución del BCE: ampliar la barra libre... a los bancos en vez de comprar deuda soberana.

Sin embargo, de facto, el BCE está comprando la deuda soberana. Se la están descontando unos bancos que si finalmente quiebran los países, ellos van a quebrar detrás. Solo un matiz, entre medias deja que se produzca una transferencia increíble: de mis impuestos a sus beneficios.

Después vienen las grandes declaraciones: hay que reactivar el crédito, hay que controlar el déficit... pero si habéis montado un sistema que lo imposibilita. El BCE es el único prestamista que queda en Europa, pero ellos todavía no lo saben.

Estamos en un círculo vicioso increíble y nos olvidamos que el capitalismo actual es un sistema fiduciario, basado en la confianza. Para empezar nos creemos que un papel que pone 10 euros vale eso, 10 euros. Si hacemos un escenario en el que nadie va a pagar sus deudas (típico de las agencias en su afán de cubrir cualquier riesgo) y luego tomamos decisiones sobre ese escenario; ¿qué crees que pasará? Pues que nadie pagará; porque el sistema financiero está montado sobre la confianza. Un banco por mucho capital que tenga, tiene que refinanciarse de forma recurrente. Si no puede refinanciarse, está avocado
(sic) a la quiebra. En este punto un regulador brillante podría decir que los bancos tengan el 100% de capital. Pues entonces, fin del apalancamiento, fin de la inversión, fin de la creación de riqueza y bienvenidos a la Edad Media. ¿Qué clase de economía se perdieron en la universidad? Mejor dicho, ¿acaso fueron a alguna? Joder que es de primero.

No queda otra que aplicar el modelo americano. Monetizar sin piedad y poco a poco desapalancar la economía hasta un punto razonable. Descifrar y separar lo que de verdad tiene riesgo de lo que no lo tiene; lo tóxico de lo no-toxico. Eliminar la dependencia de las agencias de calificación y su incentivo perverso a ponerse en el peor escenario. Y por supuesto, no volver a permitir que los Estados nos llevan a este sitio donde los mercados y los reguladores pierden el sentido y la cordura.

Solo queda decir, buena suerte."


Pues eso, buena suerte.

jueves, 10 de noviembre de 2011

¿Por qué el euro sigue a 1,35?



 
En medio de la debacle de la eurozona, me intrigaba el hecho de que el euro no bajase de 1,35 frente al dólar, o que en general se mantuviese bastante bien frente a otras monedas.

Hoy un par de frases en un artículo del boletín ViewsWire de la Economist Intelligence Unit, me han dado una pista, iluminando un dato que se está olvidando en todos los análisis que he visto últimamente:

"The latest crisis has saddled Europe with the image of an impoverished debtor in desperate need of creditors. If that were wholly true, the risks facing financial institutions in other regions would stem mainly from the losses they might suffer on the money they have lent to their European counterparts (...). But that doesn't tell the full story. The euro zone might be struggling to deal with a handful of crisis-plagued countries, but the bloc as a whole is actually an important supplier of credit to other regions, especially emerging markets."

"According to data from the BIS, the stock of lending by western European banks to banks in emerging markets totalled US$3.6trn at the end of June 2011, equivalent to 71% of emerging market banks' total borrowing (that figure includes 19% accounted for by the UK). European lending dwarfed the US$765bn (15.1% of the total) loaned to emerging markets by US banks and the US$311bn (6.2%) loaned by Japanese banks."

Así que los problemas de los bancos de la eurozona se pueden traducir en una restricción de crédito a nivel mundial, con un euro relativamente fuerte.