martes, 25 de marzo de 2008

The Return of Depression Economics, de Paul Krugman


Hace casi nueve años, Paul Krugman analizaba en este libro la crisis japonesa post-burbuja inmobiliaria, y las crisis cambiarias y económicas que afectaron sobre todo a países sudamericanos, y del este de Asia, en los años 90.

Krugman es a mi juicio uno de los mejores economistas-escritores, en cuanto a la brillantez de sus argumentos y su claridad de exposición, independiente de que se esté de acuerdo o no con sus ideas.

La razón de hablar de este libro nueve años más tarde de su publicación, es la semejanza que detecto entre las medidas que Krugman proponía para sacar a Japón de su crisis, y las medidas que está tomando el gobierno estadounidense, y sobre todo la Reserva Federal.

Según Krugman, las recetas monetarias no eran suficientes para abordar una crisis como la japonesa. Una rebaja de los tipos de interés, aun dejando éstos próximos al 0% como se hizo en Japón, y aún con tipos reales negativos, no puede estimular la inversión y el consumo, cuando se ha perdido la confianza en la economía y el sistema financiero. Dicho más claramente, de nada sirve que los tipos de interés sean bajos, si :
a) los bancos no prestan (porque acaparan la liquidez para intentar reforzar su maltrecha solvencia),
b) las empresas no invierten (aquellas que tienen recursos prefieren reservarlos, y las que no los tienen no encuentran financiación),
c) los particulares no consumen (por las mismas razones que las empresas).

En esta situación (la denominada trampa de la liquidez), los niveles de consumo e inversión caen por la preferencia de todos los agentes económicos por la liquidez, generándose la depresión económica, y en ausencia de condicionantes externos, a la deflación generalizada. Krugman emplea para explicarlo, un sencillo modelo basado en una cooperativa de canguros (me refiero al cuidado de niños), muy explicativo.

Para salir de la trampa de la liquidez, puede que tampoco sea suficiente con la política fiscal, ya que sería un inmenso volumen de déficit, para generar el gasto público necesario como para cambiar la percepción de los agentes económicos. Los E.E.U.U. salieron de la depresión de los años 30 gracias a un inmenso déficit público, pero que se justificaba por la segunda guerra mundial. Japón lo intentó, pero no podía alcanzar el impacto necesario.

La posible solución, según Krugman, para salir de la trampa de la liquidez, es introducir expectativas de inflación (moderada) de forma que, de alguna manera, se penalice a los que retienen la liquidez. Dicho de otra forma: gaste o invierta su dinero, porque si no perderá su valor.

La crisis inmobiliaria de los E.E.U.U. es similar a la japonesa en cuanto ha tocado gravemente al sistema financiero. Es diferente en cuanto a que Japón era un inversor neto internacionalmente, y los E.E.U.U. son receptores netos de financiación. Y en cuanto al papel del dólar como divisa de reserva internacional.

Pero sí que parece que la actuación de por lo menos la Fed (el gobierno de Bush se ve prácticamente en funciones), va por el camino de Krugman: bajada de tipos de interés sin preocuparse excesivamente por la inflación. Una inflación que en la posición de E.E.U.U. disminuye el valor de la deuda que mantienen con el exterior (denominada en dólares), disminuye el valor de la deuda de empresas y particulares, devalúa el dólar (favoreciendo las exportaciones americanas, encareciendo las importaciones, etc, etc.), al mismo tiempo que el coste de financiación se mantiene en niveles ínfimos. Cabe recordar aquí que la especialidad académica del director de la Fed es la depresión de los años 30.

Por cierto que el efecto de la crisis inmobiliaria sobre el sistema financiero es una diferencia fundamental con la situación en Europa, e incluso en España.

En Europa hay entidades expuestas al subprime americano, pero ni en Alemania ni en Francia se pueden esperar problemas por el inmobiliario nacional. De ahí probablemente la actitud del BCE.

En España puede que algunas Cajas de Ahorro estén tocadas, pero desde luego las entidades de referencia (BSCH, BBVA, La Caixa) no están afectadas ni por el subprime americano, ni demasiado expuestas al inmobiliario nacional. Evidentemente, las entidades españolas sí se verían afectadas si se mantiene a largo plazo la situación de crisis inmobiliaria, incrementando sensiblemente las tasas de paro. Todo dependerá de cómo evolucionen las cosas en lo que queda de año y el que viene, en el que el buena parte del empleo ligado a la construcción aun se podrá mantener acabando lo que se ha empezado. Si no es así, nos veremos en una situación tipo Portugal post-2004.

Una pregunta que se puede hacer es por qué no hay deflación, sino inflación. Y creo que la respuesta es que la enorme liquidez mundial que se ha generado con la emergencia de las nuevas economías y el alza del precio del petróleo, sigue ahí, sólo que se ha trasladado a los valores refugio: oro, materias primas y petróleo. El caso de este último es especialmente significativo cuando los actuales niveles están más basados en la especulación de futuro, que en la relación demanda-oferta actual.

Con un nuevo gobierno en E.E.U.U., si éste toma medidas que fijen un suelo a su crisis inmobiliaria (medidas que no son nuevas en su historia), es posible un cambio de percepción económica mundial para el 2009-2010, siempre que la situación en Irak-Irán se estabilice.

lunes, 24 de marzo de 2008

Apuntes sobre el endeudamiento

Hace unos días un amigo, crítico con el superávit de las cuentas públicas españolas, por haber subido los impuestos de más, o no gastado lo suficiente, argumentaba que una empresa sin endeudar es una empresa mal gestionada, ya que está usando la fuente de financiación más cara: los recursos de los socios.

Lo malo del endeudamiento en las empresas es que es como el alcohol: un poco puede estar bien y “animar” el crecimiento, pero llegado un punto, se le sube a la cabeza de los directivos, y cuando llega una crisis, el vino bebe al hombre (más propiamente los bancos a la empresa), y el resacón se llama concurso de acreedores.

Digan lo que digan los libros de texto y algún que otro gurú del management, en la práctica confiaría más en la gestión de una empresa poco endeudada.

El endeudamiento tiene sentido cuando el retorno de la inversión es más alto que el coste del endeudamiento, dice la teoría clásica, pero hay que tener en cuenta que el retorno de la inversión está influído por el riesgo (más retorno - más riesgo), con lo que si una empresa no ve en un momento determinado inversiones con un equilibrio rentabilidad-riesgo adecuado, la mejor estrategia suele ser quedarse tranquilo a esperar a que cambie la coyuntura. Reducir la deuda existente, invertir en lo que se conoce, y si aun sobra devolver a los accionistas.

Y respecto a que los recursos propios son la financiación más cara, también sería discutible. Al fin y al cabo el coste de los recursos propios es un coste de oportunidad, lo que rentarían en otra inversión. Y si la única inversión alternativa es meter el dinero en el banco o en un inmueble para alquilar, no es tan alto.

Si esto es así en las empresas, más aún en el sector público. El endeudamiento público tiene sentido cuando se va a invertir en infraestructuras que disfrutarán varias generaciones, pero el déficit para el pago del gasto corriente, no es más que engañarnos y trasladar a nuestros hijos el pago de nuestros gastos.

Un sector público que no ahorra y reduce su deuda en una época de bonanza, no tiene margen de maniobra cuando ésta se acaba.