sábado, 26 de septiembre de 2009

Animal Spirits, de George A. Akerlof y Robert J. Shiller


"Actualmente existe la posibilidad de que se repita la Gran Depresión porque en los últimos años los economistas, los gobiernos y el público en general se han vuelto muy confiados y han olvidado las lecciones aprendidas en los años treinta. En aquellos tiempos tan duros el mundo aprendió cómo funcionaba realmente la economía. También comprendió cual era el papel que tenía que representar el gobierno en una economía capitalista sólida."

Los defensores de la economía clásica, gobernada por actores racionales, entendían que la "mano invisible" del mercado garantizaba la eficiencia, y la intervención del gobierno sólo tenía efectos negativos.

Los socialistas y comunistas, por su parte, proponían justo lo contrario.

En un punto intermedio, John Maynard Keynes reconocía que la economía no está gobernada solo por actores racionales, sino por seres humanos que, además de racionalidad, tienen "animal spirits" espíritus animales que hacen que a veces nos dejemos llevar por el pánico o la euforia, originando fluctuaciones en la economía que constituyen la base de las burbujas y las depresiones.

La cuestión es muy importante, ya que el sistema económico clásico es un sistema que debería tender al equilibrio si no hay alteraciones externas, mientras que el keynesiano es por naturaleza un sistema inestable, en el que es necesaria la regulación y una cierta intervención para mantener el equilibrio.

¿Cuánta intervención? La justa. La misma que la autoridad de los padres en la crianza de los hijos. Ni mucha ni poca. Aquella vieja "diligencia de un buen padre de familia" del Código Civil.

Es evidente que en los últimos treinta años, ha sido la escuela clásica la que ha marcado las pautas de la política económica mundial. De hecho, sus proponentes siguen defendiendo que ha habido aspectos de la actuación de los gobiernos en los últimos años, como por ejemplo los estímulos a la concesión de hipotecas a rentas bajas en los Estados Unidos, que han precipitado la crisis.

Sin embargo, en términos generales, la actuación de los gobiernos de las principales economías occidentales, y en los países que las siguen, se caraterizó precisamente por un amplio proceso de desregulación y menor intervención gubernamental, que fue aplaudido por los defensores de la nueva economía clásica.

Y desde luego ha sido la intervención de los gobiernos y el dinero de los contribuyentes lo que hasta ahora ha evitado un colapso del sistema financiero mundial.

Los autores de este libro defienden que la recuperación del concepto de los espíritus animales de Keynes, combinado con los avances de las ciencias sociales en los más de setenta años transcurridos desde la Gran Depresión, pueden proporcionar la base intelectual para formular las políticas que permitan tomar las medidas "realmente violentas" que habrá que tomar para enfrentar la actual crisis.

Sin duda una lectura muy recomendable, y bastante amena, en un momento en el que nos queda todavía mucho camino por andar para salir del agujero en el que nos hemos metido.

Dicho esto, queda claro que no veo "brotes verdes" por ningún sitio, y menos en España