¿Qué pensaríamos si el 70% de los parlamentarios fuesen del sector inmobiliario, o del bancario? ¿Creeríamos que legislarían según el interés general cuando tocasen temas que afectasen a su sector?
Pues bien, Xavier Roig nos muestra en su libro "La dictadura de la incompetencia", que el origen laboral del 72% de los miembros del Congreso de los Diputados es el sector público. En el Parlament de Catalunya, del 68%. En el libro se dice que no pudo obtener los datos de los parlamentarios andaluces, extremeños o gallegos. En la web del Parlamento de Galicia hay unos escuetos currículos, de los cuales me sale un 73% de procedentes del sector público.
Dentro de los procedentes del sector público tenemos un peso importante de la educación (un 23% de los 75 parlamentarios gallegos) y la sanidad pública (un 12%), pero lo más llamativo es que un 25% de los 75 parlamentarios gallegos, no parecen por su currículum tener otra experiencia laboral o profesional que el ejercicio de cargos políticos, es decir que son políticos profesionales. Destacan un par de ellos que aun son estudiantes en los veintipocos y ya son parlamentarios, iniciando sin duda una gran carrera política.
¿Y qué pasa con eso? Pues pasa que, como Xavier Roig expone de una forma muy clara y concisa, en las economías de mercado, el sector público vive del sector privado, que es el que genera los ingresos que, sujetos a tributación, generarán los ingresos públicos.
Pasa que, de 31 millones de españoles perceptores de ingresos, de acuerdo con la EPA 3er Trim 2009 y datos de la Seguridad Social, 15,8 millones pertenecen al sector privado, 8,6 son pensionistas, 3,1 funcionarios y 4,12 parados.
Y mientras que la mayoría de la población, los 15,8 millones del sector privado (más los 4,12 millones de parados, y las familias de todos ellos) están sujetos a la competencia nacional e internacional, las decisiones que les afectan se toman en un club de personas cuya experiencia laboral mayoritaria es la de alguien que no teme por su puesto de trabajo, que no está sujeto a competencia ni competitividad alguna.
Un sector público infladísimo, en el que habría que incluir buena parte de las cajas de ahorro, empresas públicas y fundaciones varias. En el que, en vez de reducir el 5% los salarios por decreto, a todo el mundo, habría que suprimir miles de puestos de trabajo redundantes, aumentando el sueldo a aquellos, que los hay, que son los que están haciendo el trabajo.
Y esto no es así en todo el mundo, en Francia el 50% de los miembros de la Assemblée Nationale vienen del sector privado, en el Reino Unido el 53% de la Cámara de los Comunes, en Italia el 57% del Parlamento, y en Escocia el 60%.
¿Cómo llegamos a esta situación? Con un sistema electoral infumable en el que, con listas cerradas y grandes circunscripciones, no sabemos a quien votamos. ¿Alguien conoce a los diputados que salen en la lista de la papeleta que escoge, más allá del cabeza de cartel? No. ¿Luego a quien representan? A la dirección del partido político correspondiente, que allí los puso. Consecuencia, ¿interesa atraer a profesionales con experiencia y opinión? Noooo, mejor muchachos simpáticos y obedientes que pulsen el botón correspondiente cuando se les ordene. ¿Ha pensado alguna vez que los políticos de la Transición eran mejores que los de ahora? Claro, esos se habían ganado los galones antes de la institución de la partitocracia. Es necesario y urgente un cambio en el sistema electoral que permita que sean los electores los que decidan las personas concretas de un partido u otro que quieren que les representen, para que éstos no dependan de la maquinaria política. Es necesario cambiar el sistema de retribución de los políticos para que cobren en función de sus ingresos anteriores a la entrada en la política, de forma que se pueda atraer a profesionales de prestigio, y al mismo tiempo filtrar a aquellos mediocres para los que una dedicación exclusiva como concejal constituye un aumento de ingresos del que dependen.
Hay muchas ideas en este libro, no sólo referentes a los políticos y los funcionarios, sino sobre la globalización económica, las causas y consecuencias de la crisis, el funcionamiento de la economía, etc. Todo ello en 200 páginas y con edición en castellano y ahora también, la he visto en la feria del libro, en gallego. Sin duda, el mejor análisis de la situación en España que he leído, con diferencia, verdades como puños e ideas provocadoras, que es lo que hace falta.
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